Durante años, he estado en busca de un hombre llamado Teodoro Cisneros, quien fue el maestro de mi abuelo. Teodoro Cisneros desapareció debido a las acusaciones de las autoridades franquistas y fue condenado a la clandestinidad, la cárcel y finalmente, al olvido. Aunque consideraba a Teodoro Cisneros solo como un personaje secundario en la historia de mi familia, descubrí que tuvo un impacto indirecto en mi vida.
En 1935, Cisneros visitó la escuela de Saint-Paul-de-Vence en Francia, donde aprendió las innovadoras técnicas pedagógicas de Célestin Freinet. Al regresar a España, decidió implementar estas técnicas en la escuela de Rioseco de Karrantza. Fue así como los alumnos comenzaron a publicar un semanario y a expresarse libremente. Dejaron de copiar al dictado y aprendieron a cuestionar las verdades oficiales, convirtiéndose en verdaderos editores, periodistas y corresponsales.
Sin embargo, durante la guerra civil, Teodoro Cisneros se unió al batallón México y vivió escondido en Megeces hasta que perdió la esperanza de que Franco cayera. Recientemente se estrenó la película “El maestro que prometió el mar”, la cual narra la historia de otro maestro republicano llamado Antoni Benaiges, asesinado por falangistas. Benaiges también aplicó las ideas de Freinet en la escuela de Bañuelos de Bureba, donde los alumnos también publicaban cuadernos.
En un intento por llevar la historia de Benaiges a Briviesca, se creó la obra de teatro “El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca”, pero lamentablemente fue cancelada por razones técnicas. Tanto Teodoro Cisneros como Antoni Benaiges prometieron llevar a sus alumnos a ver el mar, aunque Benaiges fue asesinado antes de poder cumplir su promesa.
A pesar de la persecución y opresión que sufrieron, el legado de Teodoro Cisneros y Antoni Benaiges sigue vivo en sus alumnos y en las generaciones siguientes. Somos el resultado de su sueño y seguimos manteniendo viva la llama de la educación emancipadora.
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